Nos lamentamos, hipócritas, de no haberlo visto venir, de no haber gritado cuando la locomotora asomaba desde el túnel que moría en el paso a nivel, de no haber derramado una sola lágrima sobre el charco de vino que se emulsionaba con la mala sangre, de haber corrido a casa para ser el primero en dar la noticia, de sentarnos en las literas y soplar mientras nos mirábamos.
Esa noche, mamá no tembló al servir la sopa…
Toda una terrible historia que adivinar. Cada palabra tiene un peso y detrás de todo una paz, sin remordimientos. Genial, amigo Ángel. Esperaba hace tiempo por el regreso y lo aplaudo.
Muchas gracias, Ernán. Ese es el efecto pretendido en este microrrelato. Me congratulo de haberlo conseguido. Y viniendo de ti es todo un premio. Te mando un fuerte abrazo.
Esa noche, mamá no tembló al servir la sopa…
Alguien la llamaría una frase lapidaría, para mí es el alma de todo el relato. Una bendición poder leerte otra vez, no me canso de repetirlo.
….pues cojo carrerilla y me pierdo…. es otro plano.
Sólo déjalo fluir, es más sencillo de lo que parece, y lamentablemente es muy habitual en nuestro plano. Besos, Paula.
ya, ya no queria creer que se me pusieran los pelos de punta….
Con una oración a Santa Teresa (la de Ocumare del Tuy, claro) todo vuelve a la normalidad…